Selección poética de Adonis
De canciones de Mighyar el de Damasco (1961)
El viajero
He dejado
-viajero.
mi rostro sobre el vidrio de mi lámpara.
Mi mapa es una tierra sin creador.
La negación de todo, mi evangelio.
La única tierra
Habito estas palabras vagabundas.
Vivo, y sólo mi rostro me acompaña.
Mi rostro:
mi camino.
Con tu nombre
Contigo, ¡oh tierra mía!,
que, encantada,
te alargas.
Tú sola.
Con tu nombre,
¡oh muerte!,
¡amigo mío!
Diálogo
¿Quién eres tú?
¿Qué luz, bajo los párpados,
te llora?
¿Dónde estuviste?
¡Enséñame lo que has escrito!
Yo no le respondí,
no podía decir ni una palabra.
Había roto todos mis papeles,
por no haber encontrado
estrellas en las nubes de la tinta-
¿Qué luz, bajo los párpados,
te llora?
Dime, ¿dónde estuviste?
Y no le respondí.
La noche era una choza beduina.
Las lámparas,
la gente de la tribu.
Y yo, tan solamente
un sol enflaquecido,
bajo el cual la ancha tierra
había cambiado de sitio las colinas.
Mientras el descarriado se encontraba
con el largo camino.
En la sombra de las cosas
Yo prefiero quedar en la penumbra;
quedarme en el secreto de las cosas.
Me gusta introducirme en las criaturas.
Errar como una idea.
Extraño como el arte.
Anónimo,
incierto
y olvidado.
Naciendo, nuevamente,
en cada día.
Las estrellas
Camino,
y en pos mío caminan las estrellas.
Camino a su mañana.
Y el secreto,
la muerte,
lo que nace
y el oscuro cansancio
asesinan mis pasos
y reavivan mi sangre.
Yo soy aquél
cuyo camino aún no ha comenzado;
el que no tiene estrella.
Camino hacia mí mismo,
al mañana que llega.
Camino,
y en pos mío caminan las estrellas.
Por última vez
Por una sola vez, por una última vez,
sueño que estoy cayendo en el espacio.
Que vivo en una isla de colores.
Que vivo como el hombre,
reconciliándome con los dioses ciegos
y los dioses lúcidos.
Por una última vez.
Sin que me vean tus ojos
No me han visto tus ojos.
Tan virgen
como el agua creadora de la linfa.
No me han visto.
Lentamente
viniendo,
desde allá.
En medio del cortejo de holocaustos.
Con el rayo y la hiedra entre los pies.
Y mañana...
Mañana...
En el fuego y la dulce primavera,
sabrás que voy matando a la manada,
que transporto en mis brazos la semilla.
Y en mí creerán tus ojos.
Mañana.
Sí,
mañana.
Versión de Pedro Martínez Montávez
Del poemario: El asedio de Beirut (1985)
Canciones (Fragmentos)
Canción a un momento pasado
Una vez
Dios dijo a los beduinos que fueran junto a Él
y vio
a unas criaturas de hierro y arena
portando sobre su calavera
su tierra musulmana.
Canción para esta época
Ahmad, Maryam y Karim
leyeron lo que dijo el lugar y
lo que el imposible escribió.
Se dirigieron a la palmera y
agitaron su raíz:
húmeda, seca,
y el espacio
en el sur es norte,
en el norte sur.
Se imaginaron el espacio
cual tallo y raíz
y aspiraron a un canal que
de nuevo fecundara esta época.
Canción al significado
No es este tiempo inicial ni el final de los tiempos,
es el río de la herida que fluye del pecho de Adán.
Su significado penetra en la tierra
y el sol es su imagen premonitoria.
Canción a Zaynab
Zaynab abraza a su hija
alumbrando el secreto del encuentro
y la boda del encuentro
entre su historia y el llanto.
Canción a la mesa
Canción a la mesa
Para mi amistad con el Sur
y su tristeza que retorna
libros y vestidos
que tejieron las casas, los vientos
y los elementos que no destruyen la base.
Alégrate, precipítate
e invita a la lámpara de estos caminos
a presidir la mesa.
Canción a lo que quieres
Todo es apropiado, inventa lo que quieras.
El presente es pasado,
lo que no ha sido fue
y lo oculto es perceptible.
Agítate como un mar.
El amor descubre a tu sol hundido
en tus pliegues fugitivos.
Canción a la fantasía
El ojo cazaba en el bosque de la fantasía
todo lo que le acotaban y le procuraban
contra estas fieras llamadas realidad.
Yo no lo presencié, escuché
desde muy lejos
a las piedras hablar del primer hombre
y del último hombre.
Canción al secreto
Le abandonaron a sus secretos:
una vez sentó al mar en su regazo
y otra bajo su ventana.
Le abandonaron a sus secretos:
se contentó con la hierba
o se vistió con el rostro de la piedra.
Le abandonaron a sus secretos
como un campo de amor
que se transforma en cada estación
y revuelve entre sus manos
al árbol.
De "Homenajes" (1988)
Homenaje al viento y a los árboles
DESNUDO,
el viento se pasea.
Si el espacio llorase,
como pretende la nube,
el viento sería una historia de lágrimas.
Arbol-*
feminidad del viento.
En el polvo toco
los dedos del viento.
En el viento leo
la escritura del polvo.
El camino no puede avanzar de verdad
más que a través de un viento dialogante
con su propio polvo.
El polvo tiene un cuerpo
que no baila sino con el viento.
El aire- único amante
que duerme con el fuego
en la misma túnica.
El viento posa la mano derecha
en el hombro de la rosa
y se mete la izquierda en el bolsillo:
Viento- ladrón de perfume.
El viento no cosecha más que ceniza
y trabaja
como si no conociera más que la siembra.
¡Viento!-
Establo en la ciudad
caballo en la aldea.
...música que viene de árboles
tañidos por el viento.
El sol es más ordenado que el aire.
El aire es más justo que el sol.
El viento no firma
las cartas que escribe.
La lluvia es el bastón del aire,
el aire es el columpio de la lluvia.
Nubes- libros
que el viento desgarra.
Espacio- mar oscilante.
cuyas olas son el aire.
El polvo lee lo que no ve.
El viento dice lo que no sabe.
El viento es el dialecto
en la naturaleza.
La luz es la lengua culta.
Todo tiene un trono donde sentarse,
salvo el viento:
él es su propio trono.
El aire-
único amante
con quien baila la rama
mientras ella se dispone a acostarse
con otro amante.
El fuego dijo: proclamaré a la ceniza albacea.
La ceniza dijo: no escribiré mi testamento.
El viento dijo: yo seré el testigo.
Vientos- cuerpos que caminan
con pies invisibles
como de ángeles.
El viento es la cuerda que flota en el espacio
y es a la vez el artista y la música.
Viento- palabra confusa que murmura
el silencio cósmico.
El viento enseña silencio
aunque no cese de hablar.
El viento está repleto de órganos.
Los órganos estén repletos de gente.
Viento- espiración del espacio.
Danza es el viento
y todas las cosas
salones de baile.
El árbol pregunta a sus ramas
mas le responde el viento.
Árboles...
libros hojeados por el viento.
Cuando el aire se asoma
las ramas compiten
en estirar el cuello.
Humo- siembra
que sólo puede cosechar
la hoz del viento.
Aire- pañuelo de la hierba.
Los árboles tienen sueños
que sólo se despiertan
en la almohada del viento.
Pasos del viento-
campanas que dejan el espacio
en velación perpetua.
Hoy,
triste por el aire enfermo,
la adelfa no ha bailado.
Camino- caravana de rosales
cuyas ramas portan
un palanquín rojo.
La polvareda siempre cambia de forma
para saludar a su amado,
el viento.
Al árbol le gusta entonar canciones
que el viento no recuerda.
Oigo campanas de polvo
colgadas tristemente
al cuello del viento.
Viento- puerto único,
movimiento perpetuo
hacia lo desconocido.
*A diferencia del español, la palabra árbol en árabe es femenina.
Versión de María Luisa Prieto
Rostro de mujer
Vivo en el rostro de una mujer
que habita en una ola
a la que la marea empuja hacia una playa
cuyo puerto se pierde en sus conchas.
Vivo en el rostro de una mujer
que me hace morir, que quiere ser
faro apagado
en mi sangre que navega
a los confines del delirio.
Versión de María Luisa Prieto
Del poemario: El teatro y los espejos (1988)
El camino
El camino es una mujer
que posa la mano del viajero en la del amante
y llena la palma del amante
con nostalgia y conchas.
Una mujer,
un sueño que una mujer convierte
en barco angosto cual ala,
que se viste con la rosa de los vientos
y olvida su puerto.
Los dos poetas
Entre el eco y la voz
hay dos poetas,
uno elocuente cual luna rota
y el otro silencioso cual niño
que duerme cada noche
en los brazos de un volcán.
Espejo del siglo veinte
Ataúd vestido con el rostro de un niño,
libro escrito en las entrañas de un cuervo,
fiera que avanza llevando una flor,
roca que respira con los pulmones de un loco:
eso es,
eso es el siglo veinte.
La ola
Eterna,
una pena en torno a la cual
florecen las ramas.
Eterna,
un viaje cuyos ojos
hunde el río en sus aguas.
Una ola me enseñó
que la luz de las estrellas,
el rostro de las nubes
y el gemido del polvo
son una sola flor...
Extravío
Una vez me perdí en tus brazos
y eran mis labios una fortaleza
que anhelaba una conquista insólita.
Se enamoraron del asedio
y avanzaron.
Tu talle era un sultán,
tus manos la fatiha "1" del ejército,
tus ojos una guarida y un amigo.
Nos unimos, nos perdimos juntos,
penetramos en el bosque de fuego.
Trazo el primer paso hacia ti
y abres el camino...
La muerte
Cuando vi a la muerte en mi camino,
vi mis pensamientos
y vi mi cara,
locomotora de niebla desplegada,
esculpido en el suelo,
busqué refugio en el relámpago.
Diálogo
No digas que mi amor era sortija o pulsera,
mi amor era asedio,
era los rebeldes navegando hacia su muerte,
buscándola.
No digas que mi amor era luna,
eran chispas.
Versión de María Luisa Prieto
Del poemario: Celebración del claroscuro (1988)
Celebración de la infancia
Recuerdo la locura
recostada, por vez primera,
en la almohada de la razón:
yo conversaba con mi cuerpo.
El amor y el sueño son paréntesis.
Entre ellos coloco mi cuerpo
para intentar conocer el mundo.
Pronto fui herido
y pronto aprendí:
las heridas son las que me crearon.
¿Qué le diría a mi otro cuerpo
que dejé entre los escombros
de la casa donde nací?
No. No pueden contar mi infancia
mas que esas estrellas que relucen sobre ella
y motean con sus pasos
los senderos de la tarde.
Tu infancia es un pequeño pueblo,
pero jamás cruzarás sus límites
por lejos que vayas.
Versión de María Luisa Prieto
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